Es cert que per diferents motius, tenir bones relacions i bons contactes és un tema important, no nomes nivell personal ( tot i que pel meu parer, aquestes relacions s’han de treballar d’una manera més “pròxima” i més “autèntica”) .Ara be, a nivell professional, totes aquestes eines, ens agradin o no, ens ajuden i ens faciliten la feina… i sobretot, tenen un punt d’impersonal que les fan més fàcils.. D’altra banda, no crec que ningú pugui tenir 800 amics (com al facebook), puc tenir 800 coneguts… però aquesta és una altra historia…
Vaig llegir no fa massa, que si els adults tinguéssim la mateixa facilitat de relació que els nens, segurament no tindríem que “muntar-nos” aquestes històries… ja els nens tenen l’habilitat de fer amics al parc amb només 2 minuts…
Tot i així, com podem ajudar als nostres nens a desenvolupar-se socialment i emocionalment? Estic convençuda que aquesta serà una de les aptituds més necessàries per el seu futur...
(resum del llibre: EINSTEIN NUNCA MEMORIZO, APRENDIÓ JUGANDO (Dra. Kathy Hirsh-Pasekk i Dra. Roberta Michnick Golinkoff).
Buscar el momento de hablar sobre los sentimientos de los demás. Cuando explicas a tu hijo cómo se sentirían otras personas si tuviese lugar determinado hecho, le enseñas a ver las cosas desde el punto de vista del otro.
Vigila tu manera de hablar. Aprovecha cuando leéis cuentos y preguntarle acerca del sentimiento de los personajes.
Explica a tu hijo que los sentimientos de los demás tienen su origen en unas causas concretas. Hablar acerca de las emociones y de las causas de dichas emociones tiene una repercusión en el desarrollo de la teoría de la mente del niño.
Frena en seco la actitud de meterse con los demás. El ejemplo más extremo de los niños que no se plantean el bienestar del otro es el caso del niño que se mete con todos. Si tu hijo es objeto de esta conducta con frecuencia, puede que sea señal de que es socialmente menos competente y que, por ende, tiene menos amigos y es considerado vulnerable por los demás. Al parecer es menos probable que los agresivos se mean con aquellos niños que son socialmente más competentes y tienen más amiguitos.
Los investigadores han determinado que tanto los niños que se meten con otros niños, como los que son víctimas de dicho comportamiento, presentan en general una serie de rasgos típicos. Por ejemplo, casi todas las víctimas refuerzan sin querer la actitud del agresor, al ceder a sus exigencias, al llorar, al adoptar actitudes defensivas, y al no plantarles cara. Los niños que son víctima de la actitud agresiva de otros niños suelen tener padres excesivamente entrometidos, padres controladores y superprotectores. Esta conducta por parte de los padres propicia ansiedad, baja autoestima y dependencia, rasgos que, combinados, hacen que el niño irradie vulnerabilidad. Por su parte, los niños agresivos con sus compañeros se nutren de la dependencia y de la vulnerabilidad de sus víctimas. Saben que el otro no peleará para defenderse. Esto hace que el agresor se sienta más poderoso. Por supuesto, también el niño agresor tiene sus propios déficits sociales. En la mayoría de los casos, procede de una familia donde escasea la calidez o el afecto. Son también familias en las que cuesta compartir los sentimientos. En ocasiones, los padres de los niños agresivos imponen una disciplina muy punitiva y rígida por último, ante la idea de causar dolor o sufrimiento, el niño agresor siente menos desagrado que el niño medio,
¿Qué se puede hacer por los niños agresores y por las víctimas? Un buen sitio para empezar a ayudarles son los centros de preescolar y en el jardín de infancia en los que la socialización entre compañeros está integrada en el currículo. A los niños ansiosos y retraídos les vendrá muy bien desarrollar una única pero buena amistad. E incluso cuando tengan conflictos con sus compañeros, aprenderán muchas cosas importantes sobre cómo interpretar correctamente las pistas que le transmiten los demás. Pero además de enseñar destrezas de orden social en el colegio, también es importante que revises la relación que tienes con tu hijo, sobre todo si sospechas que agrede a otros niños. Recuerda: los niños que se meten con sus compañeros suelen proceder de familias en las que escasean las muestras de cariño y la expresión de sentimientos. Tomate un tiempo para preguntar a tu hijo como se siente y para escuchar de verdad su respuesta. Si te comunica enfado o rabia, trabaja con el para ayudarle a regular estas emociones negativas y para hallar vías pacificas hacia la resolución. Por último si te habla de problemas que está teniendo con sus compañeros, haced juntos una lluvia de ideas para dar con posibles vías de solución.
Finalmente, los niños que ni se meten con otros niños, ni padecen este tipo de agresión, tienen una importante función que desempeñar en la formación de la conducta de los otros niños. Enseña a tus hijos a hablar en nombre de aquellos que están siendo víctimas de otros. (recomanem llibre the safe child book).
Procura dar cabida a momentos de socialización. A veces los niños sólo necesitan estar con otros niños o estar a solas. Podría parecerte que no están haciendo nada, pero tienen mucho que aprender durante estos ratos si actividades programadas, tanto si están solos como en compañía de otros niños. ¡Hay que dejarles que sean espontáneos, que holgazaneen simplemente! Dar cabida a ratos para jugar con otros niños ayuda a tus hijos a diversificar sus relaciones sociales y a desarrollar más habilidades para desenvolverse en una mayor variedad de situaciones.
Si tu hijo va a la guardería o a un centro escolar, procura establecer una relación cercana con el maestro o los cuidadores.
Evita hacer caso omiso de los sentimientos de tu hijo, o restarles importancia. Tomate esos episodios como una oportunidad para enseñar a tus hijos a aprender algo positivo de una situación negativa, sin impedirles en ningún momento que experimenten sentimientos de dolor o de disgusto. Saber extraer enseñanzas positivas de las situaciones conflictivas les resultará muy útil para cuando tengan que enfrentarse a las inevitables frustraciones de la vida,
Trata de ver el mundo tal como lo ven tus hijos. En cuanto consigas hacerlo, te darás cuenta de que muchas veces las coses que hacen daño al niño son muy diferentes a las que nos hace daño a nosotros, los adultos. Enséñale que no pasa nada por manifestar emociones negativas, tales como la tristeza o el miedo. Igualmente intenta mostrarle la manera positiva en que te enfrentas a tu propio estado o a otros sentimientos negativos. Recuerda: tus hijos están pendientes de que les enseñes a regular sus emociones.
El mensaje principal es que los padres deben hablar con sus hijos y animarles a que expliquen cómo se siente. Cuanto más intentes entender cómo se sienten y les ayudes a entender por qué ha sucedido una determinada situación, más recursos estará desarrollando el niño para desenvolverse en momentos de conflicto. Las dotes sociales son esenciales para que las cosas vayan bien, tanto en la escuela como en la vida.
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